Ya lo he dicho por acá: en Puebla nuestra relación con los árboles es, por decir lo menos, curiosa: plantamos pocos, cuidamos menos, ya que están grandes y frondosos los podamos sin misericordia (y sin idea de cómo y para qué se poda un árbol) y les hemos encontrado una gran cantidad de aplicaciones, ciertamente peculiares.
Un ejemplo es esta pequeña arboleda de ficus, en la 11 poniente. ¿Por qué no usarla para colgar de ahí el anuncio? piensa con sentido práctico el dueño de la flamante taquería y sin pudor alguno (y sin que ningún inspector municipal se apersone a corregir la insensatez) saca la escalerita y al tiempo que tapa y molesta a los árboles nos sorraja un anuncio más, por si faltaran.
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