El juguero se apropia del jardín y el permisionario del árbol donde cuelga el reloj que asigna el ganador de las carreritas del día: ambos usurpan así un bien público en aras de su interés privado.
Por ahí va este tema de los anuncios.
La basura la ponemos todos: desde los ricos y poderosos hasta el legendario, heróico y por tantos motivos respetable Teatro Principal.
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