No lo entendemos cuando niños; de adultos, menos.
Podría ser el anti slogan más peligroso para los amos de la publicidad y la mercadotecnia.
Si tan sólo pudiéramos distinguir entre el deseo y el vacío.
Si tan sólo dejáramos de intentar llenar el vacío comprando cosas.
1 comentario:
Bien, buen eslogan. La gente de la publicidad pareciera haber tomado nota de las tesis de Renè Girard sobre el deseo mimético. Girard sostuvo que deseamos por imitación, a través de un intermediario que, con su deseo, nos indica qué debemos desear. Todo esto para comentar la bonita estampa de Angelópolis un viernes en la tarde-noche: los adolescentes poblanos que aún no pueden ir a los grandes antros se congregan afuera del Sanborns de Angelópolis (vaya audacia, digo yo, vaya sensación estimulante de rebeldía y libertad). ¿Para qué? Para verse las caras, para ir conformando una fraternidad que en el futuro reportará grandes negocios, contactos, bodas, etc., y para ir aprendiendo lo que sus padres ya saben muy bien: que la verdadera vida transcurre dentro de un centro comercial. Lo demás es folklore para turistas o tema de tesis para antropólogos. ¿Estaremos ya muy viejitos apocalípticos?
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