Puebla sin anuncios

En este espacio propongo algo sencillo: quitar todos los anuncios, toda la publicidad de las calles de Puebla.

Alrededor de esta propuesta hay una idea de ciudad, de lo que quisiera que fuera esta ciudad en la que nací y vivo. Estoy recabando textos, ideas e imágenes para pensar con otros la ciudad. Lo que debiera ser una ciudad. Lo que queremos que sea Puebla y lo que no queremos para ella.

Hay mucho qué decir, anímate: decirlo ya es hacerlo real.


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José Luis Escalera



lunes, 10 de septiembre de 2007

El capitalismo y la ética



por: Javier Sicilia


La prolongada laicización del mundo occidental ha terminado por hacer evidente la horrorosa sentencia de Nietzs-che: “Dios ha muerto”. Nunca, desde hace 20 siglos, ha existido una sociedad tan poco religiosa y creyente como la nuestra; nunca, por lo tanto –hay que ver lo que fue la barbarie del siglo XX y los inicios del XXI—, la frase de Dostoievski: “Si Dios ha muerto todo está permitido”, ha sido tan explícita en los actos. Quizá por eso ninguna época ha necesitado y ha hablado tanto de moral como la nuestra. En un mundo sin Dios, lo único que puede evitar la desmesura es –más allá de la religión– saber, dice Compte-Sponville, “lo que nos permitimos o no”. El mundo capitalista –esa monstruosidad que ha estado en la base del fascismo, del comunismo y del desarrollo armamentista, y la única que ha quedado en pie después de la caída del muro de Berlín– lo sabe, al grado que ha puesto de moda eso que se ha dado en llamar la “ética empresarial”. Desde entonces, una pléyade de consultores, contratados por las empresas, trabajan con ellas generando un conjunto de slogans de este tipo: “La ética mejora la imagen de la empresa, la calidad del producto o del servicio y, por lo tanto, las ventas”; “La ética en los negocios es una fuente de beneficios”. En síntesis, la ética es eficiente, la ética vende.Lo asombroso de todo esto es la perversión: por vez primera en la historia humana una virtud se vuelve rentable. En sus inicios, el capitalismo convirtió un vicio, el egoísmo, en virtud; ahora ha puesto la fuente de la virtud al servicio del egoísmo, disfrazando de generosidad lo que no lo es.Kant lo demostró: Ningún acto moral se realiza por interés. De lo contrario, el interés puede llevar, por motivos de utilidad –por ejemplo, maximizar el bien de la humanidad–, a legitimar la tortura de los niños, o como lo hicieron la Alemania nazi y el comunismo stalinista, a matar judíos y disidentes, o el liberalismo de Bush, a asesinar iraquíes o a clonar y a abortar. Es, por el contrario, el desinterés, la gratuidad, el amor al bien mismo lo que mueve el acto moral. El capitalismo y su fundamento, la empresa, al poner la ética al servicio de la eficiencia y la ganancia, la destruyen; y al acrecentar el capital de la única manera en que puede hacerse en un mundo limitado como el nuestro –mediante la explotación de materias primas, de seres humanos y la expansión del mercado–, genera despojo y miseria, lo que, debajo del disfraz de la ética, descubre su condición inmoral.No hay capitalismo moral.La prueba más clara es Marx. Lo que en el fondo intentó el creador de El Capital, cuyo pensamiento tiene la misma base económica que el capitalismo, fue moralizar la economía. Para ello era necesario que los hombres dejaran de ser egoístas y pusieran por encima de su interés la generosidad y el bien de todos. Pero como la economía moderna, aquella desde donde Marx pensó, se basa en el egoísmo, la competencia y el interés, era inevitable que el comunismo se volviera totalitario. En un mundo cuya base productiva es el egoísmo y el interés, la única forma de crear una moral es imponiéndola por la fuerza. El equívoco de las empresas y de la izquierda socialdemócrata, al estilo PRD, del panismo liberal, de la Iglesia, es creer, como lo creyó Marx, que se puede moralizar al demonio; que se puede reformar a Mammón y convivir con él. Olvidan que para que una moral exista es necesario que la base en la que se desarrolla sea moral. El capitalismo y sus empresas no lo son ni lo serán. Su fin es la ganancia y su medio la explotación y el despojo.Escapar de la miseria y crear una moral sólo es posible volviendo a los límites, y volver a los límites implica criticar la economía y repensarla en su sentido original de “cuidado de la casa” y de cultivo, como quería Gandhi, de la pobreza. Pero ¿quién hoy en día, obnubilado por el mercado y el capital, está dispuesto a eso?Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, liberar a todos los zapatistas presos, derruir el Costco-CM del Casino de la Selva, esclarecer los crímenes de las asesinadas de Juárez, sacar a la Minera San Xavier del Cerro de San Pedro, liberar a los presos de Atenco y de la APPO, y hacer que Ulises Ruiz salga de Oaxaca.
Publicado en Proceso, 9 de septiembre 2007

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